lunes, 16 de septiembre de 2013

Times Square can't shine as bright as you

Quizás era un eco sordo procedente del más aterrador silencio de esta tierra aquello que nos invadía y nos asediaba dejándonos sin aliento cada vez que intentábamos respirar. Sólo había lugar al jadeo. Y la vida pasaba mientras nosotros nos hacíamos uno en un instante atemporal. Como el impacto del agua fría en el cuerpo cuando uno muere de calor. Igual que tocar el cielo con las manos. Empezamos a despegar. El filtro de luz de una mañana de septiembre se colaba tímidamente por las ranuras de la persiana que cubría la ventana de la habitación. Me dejaría morir en aquellos brazos, sus brazos. Nos movemos frenéticamente y el tiempo cambia con nosotros. Pasamos de una luz intensa e infinita al verdadero golpe de realidad rutinario y nublado. Algún día alguien contará nuestra historia con fascinación. Algún día nos pedirán que cambiemos, que nos paremos y observemos, y ¿qué es aquello que vamos a ver? Nos veremos a nosotros, eternamente jóvenes, casi adolescentes, llenos de sueños, atravesando el tiempo y las diversidades. Mecida por el traqueteo del tren era capaz de escuchar tu voz en sueños, a veces hasta consigo dormir en tus brazos aunque tu no estés aquí. Es difícil aceptar que los detalles que nos hacen grandes se van fugazmente, pero todo lo demás sigue ahí, día tras día, enseñándonos a ser como somos.

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