viernes, 29 de julio de 2011

Often.

Creo que pienso en ti demasiado a menudo, la verdad no debería ser así, pienso en ti incluso cuando el sol destiñe el color azul del cielo y lo convierte en un extraño color atardecer. Consigues que me ría sola, dado que por mucho que quiera tú no estás, pero tras mi fachada siempre crece la melancolía como una hiedra, que se aferra a uno con la fuerza de un huracán y no lo suelta jamás, salvo cuando alguien decide arrancarla, cortarla, podarla, matarla. Y ése día el edificio parece otro. Y te escucho respirar, aunque parezca mentira te escucho, y entonces ya no hay otro sonido en el universo, ni un terremoto letal haría temblar lo más mínimo mi cuerpo, ni la célula más propensa al movimiento se daría cuenta de lo que pasa fuera si tú respiras cerca de mi.

miércoles, 27 de julio de 2011

Háblame.

En los ojos que no podía ver se veía acentuada una chispa de esperanza, sonreíamos en la distancia. Háblame, por favor háblame. Se nos desgarraba una parte interior, no sabíamos en dónde y nos preguntábamos el por qué de infinitas cosas que no sabíamos, incluso de las que ya sabíamos, el azar nos había jugado una mala pasada. Quién nos habría dicho que íbamos a nacer tan lejos uno del otro. Y nos sumimos en un sueño imposible, o al menos no posible en la instanteneidad. El mundo material se esfumaba, como un tren que se escapa, como un avión que despega, como un barco que parte, así se nos fue, y nos quedamos solos, en un cuarto, el cuál nunca llegamos a conocer, solo el rítmico sonido que hacía la ropa al rasgarse, y al arrancarse de nuestros cuerpos frenéticos. Y no sabemos qué fue de nuestro destino, nada más que era difícil concebirlo.

jueves, 21 de julio de 2011

Viajando.

Eres el fiordo más septentrional del universo. El encarnado iceberg que palpitaba en mi cuerpo se desheló. Hacía días había sentido como cuando la rabia cesaba, las olas del mar batían contra mi cuerpo recordándome el sentimiento hacia aquel momento de ira. Pero eso ya no importaba. El agua estaba caliente. El mismo día que había escogido aquellas piedras azules y las había colocado sobre mi mano, el hielo se había derretido, ya no iba a hacer nada más contra aquello, no podía luchar contra algo que no estaba dentro de mi voluntad, y decidí disfurutar, sin más barreras, y decidí que los momentos no hay que buscarlos, tienen que llegar, y que afortunadamente, las personas que nos vamos a encontrar en la vida van a ser muchas, y tenemos que aprender a valorarlas. Y con aquellos paisajes que llegaban a helar el alma, a encojer el corazón y podían llegar a ser tan contrarios como el amor y el odio, nos mostraban ahora una maravilla de la naturaleza, algo que no permitía que nuestros ojos se cerrasen aún estando mecidos por el sueño, algo que palpitaba en nuestras entrañas sin ser nuestro corazón, algo que nos hacía sentir cuán maravilloso puede ser el mundo. Y agradecimos tener vista para ver todo aquello.

miércoles, 13 de julio de 2011

Croacia.

El avión se había posado, hacía muchísimo calor, ya recorríamos las carreteras en un coche verde de un hombre del cuál desconocía el nombre, al llegar un chico joven nos introdujo en una casa de cuento de hadas, con una ventana al universo, con islas que parecían el edén y con casitas debajo de nuestra vista salidas de los mismos cuentos que la nuestra. El mar brillaba con una fuerza increíble y su color parecía sacado de la paleta de Monet, nos esperan días maravillosos en esta costa increíble, disfrutémolos, corazón, pena que no estés conmigo.

martes, 12 de julio de 2011

Green eyes



Y la risa en la cara nos partió como un rayo de sol que moría en duelo con el agua salada que discurría por nuestras caras y moría en nuestros labios.

I miss you

Recorrí el puerto a un ritmo frenético, mis pies seguían a la velocidad a la que habíamos corrido hacía unos minutos, me sentía ridícula. Había sido un día genial, inexplicablemente maravilloso. Me dolían los pies de tanto caminar, pero tú te habías marchado, y eso no había manera de resolverlo, quería tirarme al agua, aún respiraba entrecortadamente, estaba recordando todo lo que habíamos hecho, todo lo que habíamos visto y lo que aún nos quedaba por ver, era extraño como mi mundo ya no parecía mi mundo, como calles que minutos antes había llegado a encontrar bonitas se apagaban ante mis ojos, la luz del día se desvanecía y tú la observabas desde el mar. Y te eché de menos. Otra vez. Volveré pronto lo prometo, sólo te pido que sigas ahí cuándo yo vuelva.

sábado, 9 de julio de 2011

Shine on.

El día había sido fantástico, el sonido del tren me arrullaba y llegado un punto ya no podía leer con los gritos de la niña diablo que tenía en frente carcomiéndome, tenía la música sonando en mis oídos y aún así no era suficiente, aunque Coldplay servía de tranquilizante ante aquella situación, acababa de dejar a mis amigos en una estación a kilómetros de dónde ya me encontraba, y a estarían en sus casas, recordando el fantástico día que habíamos tenido, recorriendo sus calles húmedas y riéndo al caer la lluvia sobre nuestros zapatos de tela, contemplando la playa empapada. Entre peleas, cosquillas y besos perdidos se nos fue el día, el día, por ahora el día más feliz del verano, el día en que sentí que mi alma se elevaba a otro nivel y en el que tuve que dormir para bajar los pies al suelo. Quiero más días así, os quiero cerca de mí, quiero oír más veces el sonido del tren y dormir a vuestro lado cada noche.

Stormy Weather

Escuchar el sonido del tren que se aleja, con esa melodía característica de las estaciones que dejan un sabor extraño, el valor para marcharse, el miedo a llegar, una sonrisa en medio de la gente que busca tus ojos desesperadamente para abrazar toda tu fragilidad y sacar lo mejor de ti, y besarte, y un flashback de una antigua película, y un lugar por descubrir. El suelo estará relativamente húmedo, como nuestros ojos, que vuelven a cruzarse, y esa felicidad que no nos cabe en el cuerpo. Llueve.
"Chove para que eu soñe", como diría Uxío Novoneyra.
Da igual que no luzcamos nuestros cuerpos al sol, da igual que las nubes cubran el cielo, porque la luz de uno llegará para iluminar al otro. Y nos empaparemos de sonrisas infinitas.

viernes, 1 de julio de 2011

El hielo durará mil años

Las hojas de periódico crujían a la vez, las personas pasaban a través de los cristales dando pasos al mismo compás, aquí dentro sólo hay un montón de personas mayores adineradas que miran el mundo a través de un diario o de unas ventanas, que ven pasar la vida en un lugar lujoso con escaleras de madera maciza y un rincón vacío donde pueden charlar. Y pienso, ¿se nos escapará así la vida a nosotros, encerrados en una jaula acristalada? No lo sé, pero si veo cualquier posibilidad de que así sea, olvídate de que me quede contigo dentro de esa jaula transparente.