sábado, 27 de octubre de 2012

Another day in paradise

Me gusta el modo que tienes de estar en el mundo, la manera en que sonríes, en la que te acercas.
Me siento renacer cada vez que terminas de besarme y nace la melancolía incitada por la muerte del beso, y entonces me miras, y se detiene el mundo. Con esos ojos que miran tan profundo que se te hiela el alma, tan profundo que da miedo. Aunque no lo creas ven hasta tan lejos que me han visto a mi.
Y a veces recuerdo cada segundo, minúsculo, estúpido, pero que nos llevó a la cumbre del mundo. Lejos, muy lejos, a miles de kilómetros. Cada vez que te acercas puedes incendiarme, solo con querer, con quererme.
El universo se nos presenta enorme, pero incluso las cosas más insignificantes pueden ser las más hermosas. Al fondo la melodía de un piano, el sueño de una noche parisina, el escondite perfecto, el calor contenido, las miradas concentradas, la adrenalina corriendo a flor de piel, infringiendo las normas, no deberíamos. Y siempre tenemos ganas de más. Porque si existe algo más fuerte que el amor en esta vida ven para que te demuestre lo que siento.
Me pierdo en cualquier parte de la galaxia menos en tu cuerpo, que hace que me pierda. Puedo no ver un eclipse lunar, no darme cuenta de que se me ha echado la noche encima a pesar de ser de día, pero a ti te vería desde el otro lado del mundo, allí donde ahora es verano.
Pequeño Otoño.

lunes, 15 de octubre de 2012

Look how they shine for you

El tiempo carece de existencia cada vez que respiras a mi lado. En realidad no está claro cuando empezamos a vivir para el otro, lo que sí está claro es cuando ese sentimiento se convirtió en irrefrenable. En un comienzo creí ahogarme en las aguas de los canales de Venecia, o en un barco alejándose con una música demasiado hiriente. Pero todo era indiferente, la clave estaba en luchar y así lo hicimos. Ambos. A pesar del dolor. No se gana una guerra sin dolor, sin angustia. Siempre tenemos a un ser querido del otro lado del campo de batalla.. En algún momento allí arriba, suspendidos en el aire quise volver a las calles de Roma, donde nos perdimos, donde nacimos. La verdad es que yo nunca me encuentro así, volando en constancia, con la sensación de no querer parar nunca, con el amor a flor de piel. Por eso todo lo que te puedan decir de mi puede ser mentira. Y ahora son las prisas y el sueño y el amor que me tiene encandilada lo que no me deja pensar. Pero contigo todo fluye. Déjame amarte.
A pesar de la lluvia, del dolor estamos vivos. Y quiero que sigamos estándolo.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Gold

El reflejo del sol en el mar en una tarde clara de Octubre, el fresco que comienzas a sentir, la libertad y el aprisionamiento, sentimientos que no quieres ni puedes explicar. Un halo dorado que cubre algo que has estado buscando desde hacía tiempo. Es como volver a empezar. Como volver a la infancia. El dolor y el sacrificio, que nadie entiende pero que necesitas como el aire.

En realidad sí que hay quién lo entienda. Y a quien quieres alcanzar.

Octubre

Mañana es día cuatro de Octubre, hará seis meses que te cruzaste en mi vida, más de hecho, pero hacía más de ciento ochenta y seis noches que estábamos insomnes, uno por el otro. Y aunque parezca mentira ya no estamos. O si, no lo sé. Porque las lágrimas que se quedaron allí donde nos besamos por última vez parecían una burla.
Ahora me remito al otoño, a Octubre, a mi Octubre. Cuando el mundo se viste de marrón, de rojo, de verde apagado, yo nací con el otoño. Los días se van haciendo más fríos, y voy a coger un avión, otra vez, en dirección contraria. Pero por primera vez hoy he vuelto a ese coche, blanco, que avanzaba sobre el asfalto infinito, de aquellas calles que no tenían fin, de carteles verdes en inglés, los semáforos de película, el silencio entre conversación y conversación, la música, el ambiente de película que tanto me gustaba, la protección del exterior, las noches de calor, los días de lluvia, de sol, el avance lento pero asolador de los días, de las noches, el vencimiento del verano. Una sonrisa de placer, de deleite visual. De llorar de la risa, de noches, y noches y noches eternas. De nuestra juventud, que no queremos que se nos escape.
Recuerdos de la primera noche que nos quitamos la ropa, que destrozamos el colchón, que desordenamos los sacos de dormir, hasta el punto de no saber donde habíamos comenzado. Y la melancolía y las ganas de llorar quieren hacerte reír. Nos hicimos daño, y al final nos perdimos perdón.
En un acto de tozudez.
El cuerpo impregnado de arena, mojado, la salinidad del agua tatuada en la piel, como un bordado blanco. ¿No crees que es precioso?
La pena es que aún no somos conscientes. Nunca somos conscientes de nada. Nos asesinamos sin importarnos nada. Perdemos los sentimientos. Me siguen despertando mensajes a las cinco de la mañana, no importa de quién sean, tal vez es el cambio horario, tal vez es que alguien me recuerda en sus horas de insomnio, cuando me despierto la luz del amanecer los delata, si comienza a entrar por la rendija de las persianas vienesas es que estoy lejos, si la oscuridad me invade, nos invade, estoy aquí. Ultimamente y para mi desgracia siempre habito aquí.
Ahora me pregunto a qué sabrá tu piel. Tu arte al arrastrar palabras donde te escondes, solo por los silencios que dejas caer entre tus secretos.
Asumo la responsabilidad de que la vida no es una de esas películas que vemos los domingos por la tarde, adormilados en el sofá, abrazados a un cojín, o a una manta, simplemente dejándonos llevar por las emociones de otros. Esa es mi vida. Siempre me dejo llevar por los sentimientos de otros. Esta vez no había sido así. Pero no quiero perder. No quiero perderte.
Me viene a la mente una conversación de ayer por la noche en la que una mente increíble traída de Canadá me confesó que sentía celos de alguien a quien creía no querer, echándola de menos. Nos engañamos constantemente. La verdad es que no logro comprender el porqué, pero sé que nos amamos, nos amamos perdidamente, al igual que él la ama a ella. Pero al mismo tiempo ya no. La pregunta es, ¿por qué os vais? Yo sigo aquí.
Pero ahora tengo miedo, no sé qué me depara el futuro y en nueve meses volaremos, para no volver nunca. Ahora sí, catorce años de nuestras vidas quedarán en nuestra memoria, se separarán. Ni siquiera seremos capaces de disfrutar demasiado de lo poco que nos queda. Tengo ganas de llorar pero no puedo, me da vergüenza. He de reconocer que me siento sola, aunque tenga mil personas a mi alrededor.
Es ese sentimiento que no tiene nombre, que te apuñala, que se apodera de ti, que se te mete dentro, muy dentro, ese sentimiento de querer estar en todas partes menos donde estás, de querer a todo el mundo y a nadie, de necesitar ese abrazo que nadie te da. Llevo demasiado tiempo buscando un abrazo que nadie me corresponde, y lo necesito, un estrechamiento que me haga despegar.