jueves, 11 de abril de 2013

El mar

Hace tanto tiempo que ya no me creo yo, un tren que parte, y con él tantas cosas, por última vez. No quiero ver las palabras que surgen de esta música que me desconcierta. Que me hace reflexionar, sin palabras, ni movimientos bruscos, aquí estoy, mirando al mar, a mi mar. y una gaviota vuela, se precipita, cae, un barco se disputa con las olas, pequeñas y grandes olas. El primer contacto con la piel, ese frío que te hiela la sangre, y corre por todo el cuerpo, ese olor sencillo, de nuestra infancia, el sentimiento del calor, de que te abraza, es tan desconocido como un nuevo amor, y nuestra vida nace y muere en el. Y alzamos el vuelo. Yo ya me he quedado sin palabras, parece que poco puedo decir con mi mente embotada, que quiere escapar, salir ahí fuera y volver a ser persona. Con luz en la mirada. Con color en la piel. Con una sonrisa en el rostro. Y de repente dejar de respirar, saltar al vacío, y caer, caer, caer, metros y metros, sin que llegue el final, la espuma del mar, el vapor del agua, esa bruma que nos acaricia, y de repente el éxtasis, la desnudez, es como vivirlo, la respiración entrecortada, te rodea por completo, como si fueras la única, como si fueras para siempre, como si fueses suya. Y el sol te ilumina la cara, y todo parece perfecto. Lo ves entrar por la ventana de tu alma.
Pero nada dura eternamente, el invierno siempre vuelve y se lo lleva.

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