miércoles, 26 de octubre de 2011

Y con nosotros morirá

Acabo de descubrir algo en mi vida que parece ridículo que haya ignorado durante tanto tiempo, pero que algo significa. Mis padres también sufrieron el límite del tiempo. Mi padre es un poeta. Y se marchó a Roma. Un año. Y se marchó en Octubre. Enamorado de mi madre. Y con la incertidumbre de no saber si al volver ella iba a esperarlo. Y rellenó un cuaderno de hojas recicladas, un precioso cuaderno hoy ya gastado por el tiempo, y en él escribió con la letra más delicada que podía salir de sus dedos todas y cada una de las palabras que sentía. Y, rompiendo su intimidad encontré esto, su manuscrito, que no puede ser porque sí. He llegado a la conclusión de que el tiempo no existe, y de que nuestros pasos no son en vano, y un ápice de esperanza me hará despertar.

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