miércoles, 28 de agosto de 2013

Summertime sadness

Se perdió en algún resquicio del tiempo el momento en el cuál el mundo dejó de ser el mismo para los dos, a la vez. El frío helado de nuestros cuerpos bajó corriendo como el agua de la montaña, y se convirtió en verano, nos convirtió en el viento cálido del mar.
Es esa punzada en el corazón, la que al despertarse uno y encontrar la cama vacía, sin ti, sin unos ojos que te observen y asalten tu espacio revolviendo las sábanas, bendiciendo el día sin palabras, con una sonrisa, con alguna forma de cortarnos la respiración. Ahora se nos escapan los días, como se escapa siempre el verano, con ese ataque de melancolía que nos asedia cada vez que vemos que los días se acortan, las noches son más largas, y a veces, sólo a veces comienza a refrescar. Algunos años resultaba agradable ver como el otoño volvía, dejando a su paso alfombras de hojas de colores marrones y rojizos, como el color de la sangre que íbamos derramando al paso que dejábamos nuestras lágrimas en alguna esquina del mundo. Pero ahora todo ha cambiado.
Mirarte de frente, admito en voz alta que no pocas veces he sido tentada en coger la esperanza y lanzarla sin más a la fosa común, donde yacen los sueños, que nos diferencian.
En cambio ahora, ahora no te cambiaría por nada, no nos separaron miles de kilómetros, no lo pueden hacer cientos. A veces el amor es más fuerte que todas las adversidades.
Siempre quise irme, yo siempre me voy, me voy a ninguna parte, y ahora, en el momento que tengo que despegar, y volar lejos me encuentro contigo. Cuando ya no creía en nada volví a creer.
Voy a romper tus ventanas y a entrar como el aire, a darte la vida, a robarte la respiración, allí donde vayas, nunca la luna será más grande que el dedo más grande que tengas en tus manos, cuando la veas, acuérdate de mi, acuérdate de mi al anochecer, cuando el sol se escape entre las montañas, o se esconda detrás del mar, de mi mar, siempre es mi mar, cuando haya una línea rosácea en el horizonte y augure el principio de un buen día, incluso sin haber comenzado. Acuérdate de mi cuando vuelvas a casa y veas amanecer, cuando leas un libro o cuando sientas el calor de un jersey, cuando escuches una canción que te haga sonreír, que te dé ganas de gritar, que te llegue a hacer llorar.
Podría pedirte infinitas cosas, pero la única que realmente deseo es que me recuerdes siempre, y que este verano sea eterno, que nuestro verano dure todo el año, y muchos años más. Aquí o en Siberia, que sea verano.
Me has llevado hasta la cúpula del universo, el salto que podemos dar sólo nos deja opción al vacío, así que quedémonos aquí, hasta el fin de los tiempos.

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