viernes, 30 de agosto de 2013

Piragüismo

Debemos admitir que hay amores que son mucho más fuertes que otros, es obvio. Hoy leyendo un artículo del periódico me he dado cuenta. Ese tipo de amores nunca se acaban, y no siempre son de una persona a otra. Cuando es así entras en cualquier lugar, en un bar al azar de cualquier país lejano y allí habrá algún indicio en la televisión que te haga recordar, como era su tacto, como cuando comenzaba el verano parecía que todo cambiaba, era como volver a empezar, como enamorarse de nuevo. Como cuando el viento comenzaba a amainar, el sol penetraba la piel y uno avanzaba por sus propios medios. En cualquier carretera del país, y cuanto más cerca de ti más posible, te encontrarás aquellas furgonetas cargadas de gente y de barcos que los hacen soñar día y noche. Y cada una de esas noches será peor que cada uno de esos días, esas noches en las cuales soñarás con el sonido del agua al caer de la montaña, con el romper de las olas, con ver anochecer y con amanecer en el agua. Recordarás como te corría la adrenalina por las venas y el sudor por la cara, y no había mayor placer en el mundo. Era incluso mejor que hacer el amor. Todas y cada una de las veces que has despegado, aunque no te hayas movido del suelo para seguir aquello a lo que amabas allí donde iba. A veces por su culpa perdías a tus amigos, decían que él te absorbía, pero nadie más te ha dado lo que te ha dado él. El te presentó a otra gente, a otros paisajes, te dio otra vida. En realidad hay gente que lo descubre cuando ya es mayor, otros es su destino encontrarlo, y pasa de generación en generación. Para algunos él es la salvación, para otros simplemente es su perdición, su bendita perdición. Incluso hay quien no llega a conocerlo bien, y ni siquiera llega a enamorarse, es difícil, él es capaz de cautivar a cualquiera, pero no todos tienen la posibilidad de estar a su altura. Si algún día tengo que dejarte amor mío, que sepas que me pasaré la vida escuchando como sonaban el filo de las hojas de las palas al entrar en el agua, los gritos, los aullidos de esperanza, los llantos de decepción, las heridas en la piel, el amor en los labios, el compañerismo, la amistad, la familia, la temperatura de un abrazo, el picor en los ojos, el sufrimiento, la satisfacción, el olor del mar, del río.. Allá a donde vaya, allí estarás tu, persiguiéndome, sin dejar que te olvide, al igual que no se olvida a ciertas personas, que, queramos o no, irán tras de nosotros toda la vida. Algunas de esas personas me las trajiste tu, otras no. A veces les hacemos sufrir, tenemos esa manía de hacer sufrir a quien más queremos a veces, por eso quiero que sepas que te quiero, y si allí a donde vaya no hay agua para remar, tampoco la ha de haber para beber, ni aire para respirar, porque yo sin ti no puedo vivir.

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